Nuestro cerebro no sabe distinguir entre una amenaza imaginada y una amenaza real. Para nuestro cerebro, los tigres en nuestro mundo interior, son tigres en nuestro mundo exterior.
Nuestra respuesta más común a esos tigres en nuestro mundo interior, es huir. Huir con comida, con tecnología, con trabajo, con alcohol, con cigarrillo etc etc. El problema de huir, es que solo nos calma por una pequeña ventana de tiempo y nos crea una emoción secundaria de incomodidad como por ejemplo, culpa por la acción que tomamos entonces ahora no solo tenemos la emoción primaria por la que inicialmente buscamos huir con mucha más intensidad sino que ahora también tenemos la emoción secundaria de incomodidad por haber huido y a medida que pasa el tiempo, más se aumenta la incomodidad y más tenemos que huir. Realmente ‘huir’ es ‘High-maintenance’ todo el tiempo; tienes que estar huyendo todo el tiempo para calmar esa bola de emociones que se van creando por huir y que solo se calman a corto plazo y se vuelve como una espiral de la cual no puedes salir
El problema es que al huir a tantas emociones, las internalizamos con un sesgo negativo y cada vez que se activan en nuestro mundo interno, se activa nuestro sistema nervioso el cual nos hace sentir miedo y estrés entonces ya no solo tenemos la emoción primaria y la emoción secundaria por huir sino que ahora también tenemos miedo a sentir por haberle siempre reforzado a nuestro cerebro que cada vez que siente algo de ese estilo, tiene que huir.
Por ejemplo, puede terminar sucediendo que cada vez que siento enojo, lo que puedo reconocer que siento es ansiedad porque mi cerebro percibe como una amenaza sentir ira.Por esto, la ansiedad en muchas ocasiones es un aviso de una emoción incómoda que no queremos sentir pero ¿qué pasaría si en vez de juzgarlas negativamente, aprendemos a estar con ellas? Si ya no tenemos que huir de ellas, ya no sentimos ansiedad por sentirlas y ya no sentimos ansiedad por las conductas que tomamos para huir. Por lo tanto, no eliminamos la emoción incómoda pero si en gran medida, la intensidad y duración.
Es por esto que te recomiendo practicar quedarte con tus emociones. Solamente observar, nombrar y respirar con lo que estás sintiendo una y otra vez, permite que tu cerebro internalice que no tiene que huir de esa emoción y que aunque es incómodo sentirla, se siente a salvo con lo que está sintiendo.