ENTRE NOS

GORDA O FLACA, AYER Y HOY

Septiembre 4, 2015

texto.  María Teresa Alemán/ Psicóloga especialista en desórdenes alimenticios y obesidad

Encuéntralo : ENTRE NOS, ELLAS : http://www.ellas.pa/entre-nos/gorda-o-flaca-ayer-y-hoy

Aunque hoy se nos vende la idea de que la mujer consigue el éxito por ser bella —esto es, ser delgada—, no siempre la delgadez fue deseable.

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A través de distintas épocas, la gordura y la delgadez han sido percibidas de distintas maneras. La concepción que las personas tienen hoy de un cuerpo esbelto es fruto de las influencias mediáticas y presiones sociales. Constantemente se hace énfasis, especialmente en las mujeres, de que belleza es igual a delgadez.
La época medieval estuvo caracterizada por varios períodos de hambruna. Podían comer las clases más adineradas, con lo cual, la gordura estaba asociada al poder, riqueza, belleza y fertilidad. Y la delgadez a la pobreza, debilidad e infertilidad.

La concepción que se tenía de los obesos era que estaban gordos porque podían darse el lujo de ello.
Sin embargo, en el siglo XV, con el comienzo de la edad moderna, la delgadez comienza a resultar deseable ya que se empieza a asociar la glotonería con personas incapaces y aprovechadas. Además, la gula es uno de los siete pecados capitales.

La esbeltez todavía era vista con escepticismo, ya que recordabala peste y la hambruna de la Edad Media. En este momento, la concepción de un cuerpo saludable y bello era la una persona rellena, ni obesa ni delgada.

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                                                 La delgada figura de Twiggy (diminutivo en inglés de rama) se convirtió a finales de la década de 1960 en un ideal de belleza.

Con el Renacimiento, en los siglos XVI y XVII,  y los avances del hombre en el dominio del fuego, la comida empieza a estar más disponibley se convierte en un componente esencial de las festividades. Con la mayor disponibilidad de alimentos, cada vez más personas estaban obesas. Aumentaban las formas despectivas para llamar a los que tenían más peso.  Los médicos pedían a los pacientes que fueran comedidos, pero todavía la belleza no era igual a delgadez.
Durante la Ilustración, en el siglo XVIII, se empieza a utilizar el término obesidad y se inventan nuevas maneras de medir la gordura, como la balanza y la ecuación de índice de masa corporal. Esto no se hacía con un fin estético. Se buscaba la buena salud, ya que se habían empezado a escribir las primeras monografías sobre obesidad y su riesgo.

Las mujeres comienzan a hacer ejercicio físico. Sin embargo, buen cuerpo representaba una corpulencia ni con mucha ni muy poca grasa.

En los años 50 del siglo XX, con la industrialización de la alimentación, conseguir una buena corpulencia se convierte para las mujeres en el objetivo de toda su vida.  Se hace mucha presión sobre el cuerpo y se comienzan a utilizar los trajes de baño con un progresivo aumento de la exhibición del cuerpo, por lo que aumenta la presencia de dietas y de anuncios de productos para combatir la obesidad. Y así, con la industrialización alimentaria, el prestigio comienza a proceder de la capacidad de controlar el impulso por comer más.

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                                                                La actriz Miley Cyrus en la reciente edición de los Mtv Music Awards.

En la segunda mitad del siglo xx se instaura un nuevo ideal femenino con la muy delgada y juvenil modelo Twiggy.  Se comienzan a utilizar modelos delgadas para vender cualquier tipo de producto. Las revistas generalizan el culto a la estética y se empiezan a desarrollar los negocios de belleza.

Las cifras del negocio de la belleza se cuadriplican entre 1965 y 1985, el de cosméticos se duplica entre 1900 y 2000, y la cantidad de institutos de belleza se sextuplican entre 1971 y 2001.

La figura actual de modelo logra conciliar los distintos requerimientos que a lo largo del siglo XX se han ido creando, según los cuales la mujer consigue el éxito y poder a través de la belleza. Es en este momento que comienza una inminente presión social para que la mujer viva con el objetivo de tener un cuerpo perfecto.

Desde muy corta edad, las mujeres empiezan a recibir el mensaje de que lo más importante es cómo se ven. Su valor personal depende de ello.
Por un lado, crecen con la posibilidad de comer cuando quieran sin horario formal: picotean todo el día, ya sea cuando están estresadas, nerviosas, tristes, confusas, aburridas, porque no soportan ningún tipo de malestar psicológico y la comida es un placer inmediato; pero por otra parte, aprenden que hay que restringirlapara tener una bella silueta.

Entre tanta contradicción de mensajes, se desconectan cada vez más de su cuerpo porque no lo escuchan ni cuando comen ni cuando restringen. Crecen comiendo emocionalmente cuando sea y luego se restringen para castigar y callar a su cuerpo, lo cual las deja en una desconexión con él. Con esta desconexión se les olvida distinguir entre hambre física y emocional y entre saciedad física y emocional. Parece que las señales externas que despiertan el apetito hubiesen proliferado hasta impedir escuchar las señales internas.

                                   La modelo española de tallas grandes Eva María Pérez, quien tiene como frase: “yo no soy 90-60-90”.

El cuerpo conoce qué necesita para cubrir sus necesidades nutricionales. Hay que escucharlo. No se puede vivir en una lucha constante. Es necesario ponerse en armonía con él.

 

TRASTORNOS ALIMENTICIOS, UN PROBLEMA QUE MUCHOS ESCONDEN

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texto. María Teresa Alemán/Psicóloga especialista en desórdenes alimenticios y obesidad

Diciembre 4, 2015

http://www.ellas.pa/entre-nos/trastornos-alimenticios-un-problema-que-muchos-esconden

Los trastornos alimenticios son problemas de armario en Panamá.

 

Viví en Barcelona un año y quedé impresionada por la educación que tienen las personas acerca de los trastornos de la alimentación. Al acostumbrarme a las campañas de prevención y al buen nivel de conocimiento que tienen los catalanes sobre trastornos de la conducta alimentaria, me comenzó a parecer normal que las personas estuviesen informadas sobre este tema, pero al llegar a Panamá me di cuenta de que la educación con respecto a este trastorno es muy poca o nula.

A menudo, en Panamá me confunden como nutricionista, dicen que soy psicóloga de nutrición o me comentan: “Eso de la anorexia y la bulimia aquí no hay casi”. Aclaro que hay, lo que pasa es que debido a la poca educación al respecto, son enfermedades de armario.

Las personas no entienden lo que les pasa o les da mucha vergüenza hablarlo porque se sienten poco comprendidas. Debido a esto, me quiero referirdurante este escrito a los trastornos de alimentación de una manera informativa, ya que es muy importante que se traten, pues tienen graves consecuencias emocionales, físicas y cognitivas.

Los trastornos alimenticios más comunes son: anorexia nerviosa, bulimia nerviosa y trastorno por atracón. La anorexia nerviosa se caracteriza por un rechazo a alimentarse junto con una distorsión de la imagen corporal y pensamientos obsesivos sobre el peso y el cuerpo. En cambio, la bulimia nerviosa se caracteriza por episodios repetitivos de ingesta excesiva de comida en un corto período de tiempo, seguido de un modo de compensación por la cantidad de comida ingerida como laxantes, vómito o ejercicio excesivo.

Por último, el trastorno por atracón se caracteriza por la ingesta excesiva de comida en un corto período de tiempo, sin ningún tipo de compensación.

Los trastornos de la conducta alimentaria constituyen un grupocaracterizado por la conducta alterada ante la ingesta alimentaria para controlar y/o conseguir un peso anormalmente bajo, así como pensamientos erróneos en relación con la dieta, peso o figura. Estos pensamientos y conductas tienen como consecuencia graves problemas físicos, psíquicos y alteran el funcionamiento social del individuo. Las personas que padecen un trastorno alimentario se juzgan exclusivamente en relación con sus hábitos de ingesta, su figura, peso y su capacidad para controlarlos.

 

La sobrevaloración de la importancia que se les da a la figura, el peso y su control espieza clave en el mantenimiento del problema. El esfuerzo por tratar de controlar el peso y el cuerpo involucra conductas como dietas restrictivas, evitarmirarse ciertas partes del cuerpo, y rituales de comprobación, como pesarse frecuentemente. Con esto, en muchas ocasiones el excesivo control lleva al descontrol por medio del atracón. El atracón está presente en personas que padecen bulimia nerviosa y trastorno por atracón, y es consecuencia de restricciones y dietas extremas, lo que desencadena en un círculo vicioso de dietas restrictivas seguidas por períodos de atracón.

Los trastornos alimenticios tienen la misma esencia; estos se convierten en una vivencia de alivio para afrontar problemas de la vida cotidiana; es como si uno se volviera adicto a ese estilo de vida para desvincularse de situaciones, pensamientos o emociones difíciles. Por esta razón, surgen como un intento de solución patológica; “como no puedo controlar todo o no puedo hacer todo perfecto, entonces controlo mi peso y cuerpo”. Y así, se produce una asociación entre la identidad personal y las dimensiones del cuerpo, y la autoestima se empieza a constituir a través del peso y el cuerpo. Con esto, los trastornos de la conducta alimentaria son una manera de crear una identidad “perfecta”.

El pensamiento de que uno debe ser siempre perfecto es muy común; en todos los contextos, hay que hacerlo todo bien. Si uno no lo hace bien, debe dejar de hacerlo. Tiene que salir todo perfecto desde el primer momento, sin importar el proceso de adaptación y aprendizaje. No importa cómo uno se siente, lo importante es llevar a cabo cualquier acción a la perfección, con independencia de si la actitud es agradable o desagradable, y sin tener en cuenta otros valores, ya que ser perfecto está por encima de todo. De esta manera, el síntoma puede ser utilizado para evitar situaciones en las que no se sienten capaces de controlar, ya que la comida y el cuerpo son algo tangible quese puede controlar. Es más fácil enfocarse en controlarlos a ellos que hacerlo con los problemas.

Es común llamar a los trastornos alimenticios enfermedades de control. Cuando las cosas se escapan de las manos, frecuentemente las personas que padecen esta condición se descompensan y bloquean. El miedo a cometer errores es mayor que en cualquier otro trastorno psiquiátrico.

La prevalencia de estos trastornos aumenta y se relaciona con una sociedad que está obsesionada con el culto al cuerpo.

Vivimos en una sociedad obsesionada con la comida como fuente de alivio de malestares emocionales,  y con el cuerpo como fuente de identidad. Este tema nos concierne a todos. Estamos rodeados de anuncios de comida y de la importancia de alcanzar un ideal estético perfecto, y los niños están cada vez más expuestos a esta información. Por lo tanto, es importante aprender a prevenirlos e identificarlos.
No se trata de identificar y diagnosticar un trastorno porque sí,  sino de ayudar y tratar a la persona.

 

NO TE PRIVES, ESCUCHA A TU CUERPO

 

 

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texto. María Teresa Alemán/psicóloga especialista en desórdenes alimenticios y obesidad

Noviembre 6, 2015

Muchas personas tratan a su organismo como si fuera un niño que se porta mal. 

http://www.ellas.pa/entre-nos/no-te-prives-escucha-tu-cuerpo

Hay diversas razones por la que una persona come: porque está feliz y quiere celebrar; se ha enamorado y quiere compartir;  se siente triste y anhela un placer inmediato; tiene miedo y desea escapar; se siente desilusionada y quiere una recompensa;  o porque sencillamente no tiene nada mejor que hacer y piensa que la comida le puede entretener. Comer cuando se tiene hambreparece ser lo indicado, lo lógico,  pero en realidad mucha gente come, y en mayor cantidad, en momentos en que ni siquiera tiene apetito.

Hace algún tiempo participé en una actividad similar a una terapia de grupo. Me sorprendió descubrir lo mucho que la gente teme a sentir hambre; tanto así que pensé que valdría la pena escribir al respecto. Las personas que asistieron a esta reunión estaban convencidas de que si llegaban a sentir hambreno iban a poder parar de comer,  perderían el control.

Considero que esta angustia se encuentra relacionada con un miedo al vacío, a la falta de algo. Es un temor a mirar dentro de sí.
Hay una desconexión con el cuerpo. Las personas han aprendido a no confiar en él porque no lo conocen. Esto tiene sentido: Uno tampoco confía en desconocidos; hacerlo sería casi imposible. Pero si no se aprende a confiar en el cuerpo, entonces se vive como si este fuera un ente separado, algo de lo que uno no se puedefiar, que puede mentir y traicionar.

Por otro lado, ¿por qué confiarías en cualquier persona si ni siquiera puedes hacerlo en algo que está tan próximo, como el cuerpo? Esa falta de confianza se desarrolla por distintos factores. Aunque es compleja, hay un aspecto clave:  estamos aleccionados para que sean los demás quienes dicten qué debemos comer, qué necesita nuestro cuerpo. Esos otros que marcan el paso son los medios de comunicación y otros sectores que imponen un ideal de belleza que el resto debe cumplir.
Es por esto que muchas personas tratan a su cuerpo como si fuera un niño chiquito que se porta mal. Al que hay que privar de lo que quiere porque no sabe lo que hace ni qué es lo mejor para él.

Cuando no escuchas a tu organismo
El siguiente ejemplo es muy común: te provoca comerte un helado, pero te dices: “no puedo porque debo comer la ensalada para cumplir con la dieta”. Después de almorzar la ensalada, te comes unas galletas,  un cereal, y por último, aunque tu estómago está satisfecho, te comes el helado. Si esto te ha pasado, no estás solo. Este comportamiento esfrecuente, sobre todo en las personas que actúan compulsivamente con la comida.

Si te has sometido a mil dietas y pierdes peso, pero vuelves y lo ganas para después empezar a buscar otra dieta que pueda salvarte, es tiempo de hacer un alto. Tal vez nunca te has puesto a pensar que te has pasado la vida aceptando que son otros los que saben lo que tu cuerpo necesita.
Muchas veces comes alimentos que ni te provocan solo por obtener el cuerpo que te han dicho que de esa manera obtendrás.

Sin embargo, tarde o temprano te hastías de esas restricciones y terminas comiendo todo lo que no te permitiste, pero en grandes cantidades.
El cuerpo va a pasar factura, ya que en ningún punto estuviste en contacto con lo que él quería y necesitaba,  y en vez de eso te enfocaste en qué alimentos te eran permitidos y cuáles no.

“Cuando comes lo que quieres, cuando te liberas de las cadenas y acabas el conflicto entre las comidas permitidas y no permitidas, eventualmente consumes menos calorías de las que consumías cuando te guiabas por contenido calórico”. Esto según la autora Geneen Roth en su libro Breaking Free from Compulsive Eating, de 1984. Roth es una escritora que ha profundizado en el tema.

Tu cuerpo quiere fluir con naturaleza, sin ataduras ni restricciones, no solo para poder escoger qué comer, sino para que la persona que habita en él esté en armonía, se acepte y se cuide más.

Trata de detenerte, mira tu cuerpo y date cuenta de que es el vehículo que te permite desde caminar hasta hacer todas tus funciones vitales; es sumamente importante. Y sí, es ese mismo cuerpo que piensas que en el momento en el que bajes la guardia te traicionará. 

“Cuando decides dejar de hacer dieta, recuperas algo que no habías tenido por mucho tiempo: tu voz interior. La decisión de decidir cuándo y qué comer. El sentimiento de creer en nosotros. Nuestro derecho de decidir qué es lo que entra a nuestras bocas”, dice Roth.

 Parte de acabar con la compulsión por comer es empezar a escucharte y dejar de escuchar a los demás.
Comer cuando tienes hambre implica confiar entu apetito. Tu cuerpo es sabio y pide comida cuando la necesita. 
Así mismo, vendrán y se irán los sentimientos, pero si no los escuchas se harán más grandes y amenazadores. El hambre física pide comida y el hambre emocional pide cuidado y amor.

Dejade confundir hambre emocional con hambre física, y así  perderás el temor a sentir hambre.

 

VIVIR Y COMER CON CONCIENCIA PLENA 

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texto. María Teresa Alemán/psicóloga especialista en desórdenes y obesidad

Octubre 12, 2015

http://www.ellas.pa/entre-nos/vivir-y-comer-con-conciencia-plena

La práctica del ‘mindfulness’ nos ayuda a salir del modo de piloto automático y a conectarnos con nosotros mismos.

 

Las personas viven gran parte de sus vidas en resistencia; resistencia del cuerpo, de las situaciones y emociones. Es importante aceptarse y aceptar las situaciones porque la resistencia genera ansiedad, sufrimiento, desconexión de tu ser y del momento presente. Cuando te ocurre una situación incómoda o dolorosa, la primera incomodidad o el primer sufrimiento es inevitable, pero el segundo sufrimiento, la resistencia, es evitable. La no aceptación de un acontecimiento es lo que causa más dolor y te enfrasca más en ello.

Por más mínimo que parezca, en el tranque, en el doctor o en la fila de súper,  estás quejándote todo el tiempo de lo que está pasando; o estás en un lugar y deseas estar en otro; o te sientes de una manera y quieres sentirte de otra; o tu cuerpo es de una manera y deseas que sea de otro, son algunos ejemplos. Esta resistencia solo genera desesperación y desconexión. Cuando aprendes a aceptar lo que eres y lo que hay, tienes más intimidad contigo y las circunstancias, y así, más amor hacia ti o hacia las situaciones que te rodean.

Aceptar no significa aprobar o que tengas que estar de acuerdo con lo que pasa, o que en un futuro no puedas hacer algo para que pueda ser de una manera diferente. Simplemente significa alinearte con la realidad. “¿Qué puedo hacer en esta situación, en este momento, para estar bien?”. Si estás en el tranque, en vez de resistirte, sácale ventaja, ya sea escuchar un libro, conectar contigo, llamar a alguien con quien quieres hablar, observar la naturaleza, escuchar tu música favorita, etc.

Hay una práctica que se llama mindfulness  que te ayuda a aceptar tu cuerpo y el momento presente. Explica muy bien que al aceptarte comienzas a conectarte con tu ser y así  te pones en contacto con varios aspectos de tu vida que te pueden ayudar en muchos momentos. Mindfulness  busca sacarte del piloto automático, ya que muchas veces cuando te levantas es como si le pusieras drive al carro, a ti mismo, sin parar en ningún minuto a verificar cómo estás tú. Vivimos una vida ajetreada; muchas veces las personas me dicen, “¿cómo voy a parar a verificar cómo estoy si no tengo tiempo? El trabajo y cuidar a mis hijos me ocupa todo el día”, y yo me quedo pensando, ¿no tienes tiempo para ti? Si esa debería ser la prioridad en tu vida, ya que cuando tú no estás bien, tus relaciones no están bien y experimentas las situaciones de una manera más estresante.

Por ello, mindfulness te pide que te dediques 10 minutos al día para hacer un alto y pensar qué te está pasando, qué estás sintiendo y por qué te sientes de determinada manera. Parece mentira, pero muchos no saben qué sienten ni qué necesitan sus corazones porque ven más para el exterior que para el interior. Pero cuando uno mira más hacia adentro, se conoce un poco más y se acepta y se quiere más.

 

 

Mindfulness no solo busca que tengas intimidad contigo, con las personas y con las situaciones, sino también con la comida. De esta práctica se deriva el mindful eating, que busca que comas con intención y atención; con la intención de utilizar el alimento para nutrirte y disfrutarlo, y con atención a lo que pasa en tu boca cuando comes, a lo que siente y posteriormente a lo que ocurre en tu cuerpo con la comida que le has dado. Es común que te metas una comida a la boca, la mastiques dos veces y tragues, y en realidad ni siquiera te diste tiempo para disfrutarla.

A mí me encanta hacer un ejercicio de mindful eating en el cual les doy a las personas un arándano o una nuez. Lo que ocurre es que tengo que decirles varias veces que no se lo metan enseguida a la boca y que no lo mastiquen de una vez porque la tendencia es una o dos masticadas apenas entra a la boca y tragar; porque ¿dónde quedaron los ojos que quieren ver la comida, apreciar su forma, sabor, textura, la nariz que quiere alimentarse de la fragancia, la boca que quiere sentir el alimento y luego masticarlo varias veces? Frecuentemente las personas me dicen “Ay, en realidad nunca había sentido el sabor de un arándano o de una nuez porque generalmente me meto cuatro a la boca, jamás uno, y no demoro ni un minuto comiéndolo”.

Es increíble, pero si te dedicaras a tener un poco más de intimidad con la comida, tu relación con ella cambiaría; no necesitarías comerte paquetes enteros de papitas o miles de chocolates, por ejemplo. Tómense el tiempo de ver cuánto se demoran comiendo un snack; les sorprendería ver que puede ser que solo un minuto, y además, en este tiempo seguirían en piloto automático y sin hacer un alto para realmente utilizar la comida para disfrutarla.

Tú puedes pensar que la disfrutas, pero si te metes mucha comida a la vez (varias pasitas o nueces, por ejemplo), casi no la masticas y terminas comiendo mucho en un corto período de tiempo, por lo que en realidad no la gozas. Probablemente no disfrutas el verdadero sabor. Generalmente, cuando estás comiendo, estás pensando mil cosas menos en la comida que ingieres. Cuando terminas de comer puede ser que te sientas físicamente saciado, pero sigues insatisfecho y buscas en los contenedores de la despensa algún alimento que pueda llenar esa insatisfacción. Tragas y tragas y nada la llena porque realmente lo que te hará sentirte satisfecho es parar y observar por qué estas insatisfecho. ¿Estás estresado, ansioso?  ¿Por qué te sientes así? ¿Estás triste? Si estás triste, necesitas nutrir tu corazón.

¿Cómo puedes llenar un vacío en el corazón? Dándote amor, cuidado a ti mismo, teniendo intimidad con el momento presente, creando algo nuevo, caminando por la naturaleza, jugando con un niño o una mascota, escuchando tu música favorita; en fin, hay miles de maneras de nutrir tu corazón. Los vacíos en el corazón se confunden con vacíos en el estómago y comes porque te sientes solo, aburrido, porque una relación se acaba o por mil razones más.

En fin, si toda la vida has estado gestionando tus emociones con la comida y has estado en piloto automáticoes difícil y te puede sonar casi imposible hacer este cambio, pero mientras más lo practiques, poco a poco más conciencia irás creando y más herramientas desarrollarás para tener una relación sana y equilibrada con la comida, contigo mismo y con las situaciones. Podrás empezar a nutrir tu cuerpo, mente y corazón porque el mindfulness te hace interesarte en el sentimiento de hambre per se, hambre de los ojos, de la nariz, la boca, el estómago, el corazón y la mente.

 

‘SERÉ FELIZ CUANDO PIERDA PESO’

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texto. María Teresa Alemán/ Psicóloga especialista en desórdenes alimenticios y obesidad

Septiembre 21, 2015

http://www.ellas.pa/entre-nos/sere-feliz-cuando-pierda-peso

Muchos terminan por creer que sus problemas con la comida son lo único que les causa dolor. Si se resolviera todo, sería perfecto.

 

 

Constantemente, las personas atribuyen su felicidad a un hecho externo: “seré feliz cuando tenga novio o novia; cuando pierda 15 libras; cuando venga el fin de semana”. Esa tendencia a mirar afuera y no en su interior causa una desconexión y de esto surge la incapacidad de amarse o valorarse.

Cuando no hay amor propio es muy difícil sentirse cómodo con el cuerpo. Las personas comen compulsivamente porque existe un sentimiento de vacío. Insatisfacción con la propia vida, con quien se es.
La comida o la sustancia utilizada en exceso es un sustituto del amor. La comida siempre está ahí. Da un placer inmediato, nunca rechaza.

Muchos terminan por creer que sus problemas con la comida y el peso son lo único que les causa dolor e incomodidad, y que por ello, cuando resuelvan este problema, no habrá más sufrimiento.
Comer compulsivamente es una manera de adaptarse a las carencias dolorosas para así no ver preocupaciones más grandes. 

Es posible que algunos hayan sentido que faltaba amor en sus vidas y aprendieron a culparse por esta falta. Si tuvieron padres o madres que no estaban muy presentes, o si han tenido malas experiencias en el amor, es probable que adopten el pensamiento de “hay algo que está mal conmigo” y por ello nadie me va a querer.

Quienes adoptan esa manera de pensar se dejan de querer a sí mismos. Y así comienzan a bajar sus expectativas, por lo que miran más hacia afuera que hacia adentro, dejando de percibir las partessuyas que están heridas y necesitan más cuidado y amor.

Al dejar de mirar, surge mayor incomprensión hacia unoporque no se entiende lo que se siente, y por ello se comienza a depender de más sustancias que otorguen placer y comodidad para calmar, al menos por un minuto, lo que nos molesta. Y así comienzan a comer y a comer.
Para amarse necesitan enfrentarse a sí mismos y enfrentar las situaciones. En vez de correr, necesitan valorarse y aceptarse. Las conductas compulsivas no dejan espacio para enfocarse en uno.
Cuando se tiene amor propio, se decide tener intimidad con uno mismo, con las personas y las situaciones. Se decide también enfrentarse a la vida, al momento presente.

Intimidad es escoger conectarse. Por el contrario, con la compulsión uno escoge huir de sí  y minimizarse. Dejar que la vida les pase al lado.

VOLVER A CONECTARSE
Piensen cuando se van a despedir de una persona y solo ponen el cachete para dar un beso y siguen andando. Cuando caminan sin realmente mirar o cuando están en familia o con amigos y no hablan con nadie, esto los deja sintiéndose un poquito desconectados y solos, aunque no se percaten.

Ahora, piensen cuando se involucran con las personas, las ven a la cara y sonríen; se conectan. Una conexión rápida puede mejorar su humor y así nutrir su corazón por varias horas.
Quien esté esperando que alguien o que algo les traiga amor y felicidad, deben entender que el verdadero amor surge de la intimidad hacia uno mismo y hacia las situaciones de la vida cotidiana; al conectarse con el momento presente.
Esta conexión nutre el corazón ybrinda un sentimiento de felicidad y compromiso con la vida.

Las compulsiones solo traen desconexión y placer momentáneo. Amor y compulsión no pueden convivir. Para quererse, se necesita intimidad con uno mismo.

 

 

 

ENTRE NOS

NO ES SOLO LA DIETA

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http://www.ellas.pa/entre-nos/no-es-solo-la-dieta

texto. María Teresa Alemán

Mayo 3, 2016

 

 

La mayoría de las personas vuelve a ganar peso después de hacer una dieta

 

Vivimos en una cultura obsesionada con el peso y el cuerpo. La industria alimenticia se beneficia de esto para vendernos miles de productos para adelgazar.

A su vez, estas empresas buscan que uno se sienta inseguro y piense que es importante tener un cuerpo perfecto para ser exitoso y feliz.

La mayoría de las dietas ofrecen un plan seductor: “come esto, perderás peso y tendrás tu cuerpo soñado”. Así deducimos que para dejar ese descontrol que tenemos con la comida tenemos que hipercontrolarla. Lo cierto es que el 80% de las personas que hacen dieta vuelve a ganar el peso.

‘Fallé, rompí la dieta’
Hay quienes tienen ideas distorsionadas acerca del peso, la dieta y el cuerpo, como por ejemplo:  “si rompo la dieta, significa que soy débil, sin fuerza de voluntad”. Etodo o nada.

El romper un plan de restricción de calorías no es una falla de fuerza de voluntad sino parte delinstinto de supervivencia. Los cuerpos humanos evolucionaron para adaptarse a la hambruna, pero también para comer todo lo que pudiesen después de un tiempo de restricción y así soportar la próxima hambruna.

Aprender a escucharse
Las dietas son en detrimento de la salud física porque crean malos hábitos alimenticios. Cuando basamos nuestra ingesta alimentaria en reglas tan estrictas que no toman en consideración el mundo cambiante en el que vivimos, es imposible no romperlas. Así nos movemos en dos extremos; en el excesivo descontrol, y control porque no escuchamos a quien debemos: nuestro cuerpo.

 

También deterioran nuestra salud emocional porque pensamos que no importa nuestro mundo interno y que nuestras fortalezas y debilidades se encuentran en el poder seguir una dieta. Los humanos no somos robots y es normal que se nos haga difícil seguir un plan rígido y estructurado que no toma en cuenta a quien debe: nosotros mismos.

Para un cambio auténtico y duradero no nos debemos fijar en recompensas externas ni en castigos sino en nosotros.

Independientemente de si es una dieta o un detox, para mantener hábitos saludables en un mundo cambiante, la flexibilidad es importante.

‘Cuando pierda peso...’
Con frecuencia, uno idealiza el perder peso, “si pierdo peso mi vida será mucho mejor”, y a veces es al revés. Cuando uno se enfoca en mejorar y alimentar las áreas de su vida que están vacías, los cambios internos empiezan a ocurrir y se reflejan en cambios externos.

En vez de concentrarnos tanto en lo que queremos cambiar físicamente, centrémonos en lo que queremos mejorar o entender dentro de nosotros.

¿Qué estamos evitando mirar que hace que sea más fácil obsesionarse con perder peso?

Busquemos dentro lo que necesita más comprensión, amor y cuidado. Es allí donde yace la clave para iniciar un cambio. La motivación interna es necesaria para lograr cambios duraderos y sostenibles.

Estar atentos a nuestro mundo interno nos ayuda a estar presentes. El estar aquí y ahora mejora nuestros hábitos alimenticios. En vez de apoyarnos en una autoridad exterior, apoyémonos en nuestro conocimiento, sentidos, sabiduría y nuestra conciencia. En muchas ocasiones comemos en reacción a estímulos externos.

Cuando no estamos atentos al presente, nuestra mente se lamenta por algo que pasó o anticipa algo que pueda suceder y terminamos reaccionando mediante la ingesta excesiva de alimentos. ¿Cuántas veces hemos comido desconectados del presente? Sin realmente disfrutarlo, sin tener intimidad con lo que ingerimos, ya sea por estar pensando en algo que ocurrió o en algo que puede ocurrir.

En vez de ser punitivos y rígidos con nosotros, seamos compasivos y flexibles. Preguntémonos, “si no podemos hacer todo, ¿qué podemos hacer?”. No nos veamos como personas que estamos encarriladas o no, sino como personas que hacemos lo que podemos en el momento, según las circunstancias y herramientas que tenemos.

Al no estar presente, nos perdemos las señales de hambre y saciedad, nos desconectamos de lo que necesitamos y sentimos. También, buscamos cumplir con criterios impuestos por la sociedad cuando deberíamos buscar cumplir con lo que nos moviliza y llena.
Es difícil. Uno se acostumbra a satisfacer a todos menos a uno, a buscar la aprobación exterior, pero no la interior, y así continuamos viviendo en piloto automático; viendo para afuera en vez de para adentro, utilizando la comida para callar aquello que no queremos ver y la dieta y el sueño del cuerpo perfecto como aquello que nos sacará de la miseria. Enfocarse en el aquí y ahora trae paz y conexión, pero requiere de mucha práctica.

 

LA AUTOCOMPASIÓN

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texto. María Teresa Alemán/Psicóloga especialista en desórdenes alimenticios y obesidad

http://www.ellas.pa/entre-nos/la-autocompasion

 

Agosto 2, 2016

Muchos seres humanos carecen de la facultad de ser tolerantes consigo mismos, pero es posible desarrollarla.

 

¿Qué es lo que más nos gusta regalarles a las personas que apreciamos? Nuestro amor. Nos gusta ser atentos, amables, comprensivos y cariñosos con aquellos que son importantes para nosotros. Sin embargo, ¿por qué nos cuesta tanto tener ese trato con nosotros mismos? Alguna vez se han preguntado, ¿cómo puedes comprender más a tu mejor amigo que a ti mismo? o ¿por qué aceptas el error de un ser querido, pero te cuesta aceptar el tuyo propio? Esto es porque muchos seres humanos carecen de autocompasión. 

Al sentir compasión por nosotros mismos, estamos reconociendo que somos humanos y que es de hombres errar. Esto no es para excusarnos de nuestras faltas, pero sí para entender que es parte de nuestra realidad y que lo importante es aprender de nuestras equivocaciones.

Para empezar
Puede ser que no tengamos compasión hacia nosotros mismos, pero esto no significa que no podamos desarrollarla. ¿Cómo lo hacemos? Hay quienes argumentan que la manera de lograrlo es a través de la meditación. Sin embargo, si la meditación no es una práctica en sus vidas, empezar por ella sería de las maneras más difíciles. Debemos comenzar por notar y aceptar el dolor que estamos sintiendo.

A veces es útil ponerle nombre al sentimiento de un momento; por ejemplo, “estoy notando sentimientos de rechazo, miedo, inferioridad”. También, en ocasiones, es de gran beneficio separarnos de los pensamientos y verlos por lo que son, porque muchas veces los vivimos como si fuesen la única realidad. Es decir, si piensas que eres inútil, cambiar la manera de ver el pensamiento para que puedas separarte de él.

Por ejemplo, “estoy teniendo el pensamiento de que soy inútil” o “ahí están los pensamientos que vienen con la historia de que no soy importante” o “estos vienen con el tema de que soy inferior”. No podemos entrenar a nuestra mente para que deje de criticarnos, pero podemos empezar a separarnos de esas cogniciones, notándolas y poniéndoles nombre para que así tengan menos influencia sobre nosotros. Es esencial que podamos aceptar nuestros pensamientos y sentimientos sin pelear o escapar de ellos.

 

Otro paso importante para desarrollar la autocompasión es empezar a tratarnos con amabilidad, así como lo hacemos con las personas que queremos. Uno puede entablar un trato gentil con uno mismo a través de conversaciones comprensivas consigo, como por ejemplo,  “no te preocupes, es normal equivocarse”. También es esencial hacer cosas por nosotros que involucren actividades de cuidado personal, recreación y pasar tiempo con personas que apreciamos.

Es fundamental que podamos validarnos. A veces nuestra mente rechaza nuestro dolor o nos regaña por sentirnos mal y nos da muchas razones por las que no estamos supuestos a tener un malestar emocional, como “no deberías estar así porque hay niños muriendo de hambre en África”. Es vital que podamos validar nuestra experiencia, reconociendo que es normal sentir frustración o incomodidad emocional cuando la realidad que deseamos es distante a la que estamos viviendo.

 

Conectados con los demás
Por último, tener autocompasión es especialmente difícil para las personas que no tienen ninguna experiencia de relaciones interpersonales saludables. Es esencial tener un sentido de conexión con los demás. Cuando sufrimos, nuestra mente genera pensamientos como “¿soy la única persona pasando por algo así?”; “todo el mundo está bien, menos yo”; “¿por qué mi vida no puede ser como la de esa persona?”. El problema no es tener estos pensamientos, sino vivirlos como si fuesen la realidad, porque nos hacen sentir desconectados y como si no fuésemos parte del grupo. 

Si desarrollamos un sentido de conexión con las personas, esto nos puede ayudar a separarnos de estos pensamientos y entender que los malestares emocionales son comunes en todos.
En fin, tener autocompasión implica tener la capacidad para perdonarnos, entendernos y aceptar nuestro sufrimiento. La incomodidad emocional nos recuerda que tenemos corazón, que hay personas o situaciones que de verdad importan, y mucho, y que nuestro
sufrimiento significa que estamos vivos y que somos seres humanos.

 

 

EL FÍSICO NO LO ES TODO

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texto. María Teresa Alemán, psicóloga especialista en trastornos alimenticios y obesidad.

Marzo 10, 2017

 

 

 

Los trastornos alimenticios son un problema de muchos matices; no un simple capricho de quien desea adelgazar.


Me asombra la poca cultura que hay en Panamá sobre trastornos alimenticios. En ocasiones llegan personas a mi consulta diciéndome “he escuchado que usted es psicóloga de comida, así que me gustaría que me diga qué puedo comer”. Cuando eso sucede se me eriza la piel, porque no entiendo cómo es posible que de este tema tan importante las personas sepan tan poco.

Lo cierto es que vivimos en una sociedad que objetiva el cuerpo, que le hace pensar a las personas que lo principal es cómo se ven, y que su éxito en esta vida depende de ello.

Un problema de conducta alterada

Si usted está leyendo esto y no tiene ni idea de qué son los trastornos alimenticios, me tomaré un tiempo para explicarlos. Los trastornos alimenticios más comunes son anorexia restrictiva, anorexia purgativa, bulimia nerviosa y trastorno por atracón. Estos se caracterizan por una conducta alterada ante la ingesta alimentaria. Las personas que los padecen tienen pensamientos distorsionados sobre la dieta y el cuerpo. Es decir, algunos ven su cuerpo más grande de lo que es, otros piensan que no deben comer nada para perder peso, algunos tienen un miedo intenso a subir de peso, o hay quienes piensan que si comen de más tienen que purgarse, ya sea vomitando, tomando laxantes o diuréticos, o hacer ejercicio excesivo para poder compensar la ingesta. Otros son víctimas de un ciclo de excesivo control y descontrol. Es decir, controlan muchísimo las cantidades de comida para luego perder el control en un atracón (ingesta excesiva de comida en un corto período de tiempo, hasta sentirse incómodamente llenos) o en un picoteo constante y descontrolado.

Hay múltiples conductas y pensamientos alterados, pero la sobrevaloración que se le da a la figura es la pieza clave en el mantenimiento del problema. Cuando digo que se le da un valor desproporcionado a la figura es importante que tomen esto en cuenta.

Las personas piensan que padecer un trastorno alimenticio es un capricho porque simplemente quieren ser delgadas, y como no pueden o no se ven así, se comportan de esta manera. Permítanme explicarles, que esto va mucho más allá de querer ser delgado.

 

Lucha por control

Hay que observar el trastorno alimenticio como la punta del icebergAbajo hay muchísimos aspectos que no se ven, que son los causantes del problema. Cada persona es un mundo y en cada quien varía lo que lo ha causado. Estos trastornos se convierten en vivencias de alivio para enfrentar problemas de la vida cotidiana. Hay quienes pueden sentir que, como no les sale nada bien en otros aspectos o como no controlan muchas áreas problemáticas de sus vidas, al concentrarse en el peso y el cuerpo pueden sentirse en control y de repente exitosos.

La imagen que tenemos de nosotros mismos se compone del concepto que tenemos de nuestras aptitudes, nuestra personalidad y nuestro físico. Las personas que padecen un trastorno alimenticio le dan95% - 100% de importancia al físico y le restan importancia a la personalidad y a las aptitudes. Generalmente, son personas que se valoran muy poco y no son capaces de identificarse con aspectos positivos. Por ende, se concentran en la imagen física, ya que esta es algo tangible, que se puede ver y en lo que pueden concentrarse en cambiar. Pero en esencia, estas personas se quieren cambiar a sí mismas, rechazan quienes son y por ello se obsesionan con la imagen.

Es cierto que la sociedad influye directamente en esta problemática, pues contribuye al pensamiento de que uno no vale nada como persona y lo que vale de cada quien es su figura. Así, las personas hacen una asociación cultural entre el ideal de delgadez y la imagen de éxito. “No valgo nada si no soy delgado”,  “tengo que ser delgado para ser exitoso”, y es en ese momento que se empiezan a focalizar todos los pensamientos en el cuerpo. Si la persona baja de peso, es común que se refuerce socialmente. Ahí  entiende “Ah, es cierto, por mí mismo no valía como persona, pero sí valgo como persona cuando soy delgado”, y así el deseo de ser delgado se va sobreponiendo por encima de todo. Y la persona empieza a asociar que le va mejor en sus relaciones sociales, laborales y de intimidad si es delgada. Sin embargo, esto no es así.

No significa que su trabajo es mejor o que sus amigos lo quieren más, pero sí ocurre que a las personas se les pasa resaltar lo buen amigo que uno es, lo buena persona, lo gentil, amable, trabajador, etc., pero jamás se les pasa destacar lo delgado que uno está. Es en este momento cuando la persona que no se valora mucho descubre que los demás la valoran por ser delgada y ahí empieza a vivir para agradar a los demás y se instaura el pensamiento “tengo que ser delgado porque esto es lo que me da seguridad de que los demás me miren, esto es lo que hace que me reconozcan, esto es lo que me hace una persona exitosa”.

Lo peligroso es que uno va restando importancia a todas sus capacidades, atributos y destrezas en todas las áreas de su vida, y cuando no está exactamente en el peso que dicta la sociedad, se siente desnudo, como si no tuviese nada, ya que uno terminó convirtiéndose en un ser para los demás. Y en esta lucha por alcanzar este ideal de delgadez se causa mucha frustración, resentimiento y sacrificio innecesario, porque las otras áreas de la vida han quedado anuladas, han perdido valor; la persona condiciona todo al momento en que esté delgada. “Haré tal presentación, me sentiré mejor en el trabajo o iré al gimnasio cuando esté más delgada”, por ejemplo. Claro está que esto no es así en todas las personas. Sin embargo, afecta a aquellas vulnerables, a quienes se dejan influenciar por los demás, a quienes están en busca de una identidad, que tienen baja autoestima,  que les gusta tener control de todo.

Terapia a tiempo

Los trastornos alimenticios no son una problemática ligera. Vomitar no debería ser visto como algo casual. Me impresiona cómo las personas no lo toman muy en serio y prefieren invertir dinero en otras cosas en vez de en un tratamiento. Se debe pedir ayuda antes de que el trastorno alimenticio se haya instaurado en todas las áreas de la vida de la persona. Lastimosamente, en Panamá, por ahora, no hay ningún centro para el tratamiento de esto, aunque probablemente en un futuro cercano sí exista. Estos trastornos se deben tratar con terapias de grupo, terapias familiares y terapias individuales. Actualmente, he notado en mi consulta y en las de otros colegas que las personas solo están dispuestas a hacer la terapia individual, lo cual es una pena porque el proceso de mejoría es mucho más lento.

En fin, la prevalencia de estos trastornos aumenta cada vez más y se relaciona con una sociedad que está obsesionada con el culto al cuerpo. No hay cifras en Panamá porque es un tema muy tabú. En países desarrollados hay mucha educación al respecto. Es importante aprender de ellos, ya que vivimos en una sociedad centrada en la comida como fuente de alivio de malestares emocionales, y con el cuerpo como fuente de identidad; es un tema que nos concierne a todos. Estamos rodeados de anuncios de comida y de la importancia de alcanzar un ideal estético perfecto y los niños están cada vez más expuestos a esta información. Por lo tanto, es necesario aprender a prevenirlos e identificarlos, no solo por diagnosticar, sino para poder ayudar a las personas en esa línea de tratamiento.

 

APROBARSE A UNO MISMO 

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texto. Maria Teresa Aleman

Junio 17, 2016

Aceptarse y confiar en uno mismo es el primer paso hacia una vida emocional más saludable.

 

Los humanos tenemos una necesidad de ser aprobados; no por los demás, sino por nosotros mismos. Esa necesidad en muchas ocasiones no es satisfecha, y hay quienes viven buscando afuera eso que no encuentran adentro de sí mismos. Muchos se enganchan en relaciones tóxicas con un solo fin: poder llegar a sentir que uno es suficientemente bueno para esa persona, porque dentro de sí no encuentra ese sentimiento.

También, algunas personas se quedan en roles que no tienen que ocupar o se ponen de último frente a todos los demás para conseguir una sola cosa: ganarse el amor y aprobación de los demás que no encuentran dentro de ellos. Esto es tan peligroso, porque incluso las personas más brillantes actúan en contra de su propio beneficio e intereses por tener una imagen tan devaluada de sí mismas, eliminando todo aquello que pudiesen aportar. Y así, dejan de actuar según lo que dice su intuición, perdiendo así su propia identidad.

Aceptarse y confiar en uno mismo
Al comenzar a atender pacientes me empecé a hacer la misma pregunta con todos. ¿Qué ocurrió en sus vidas que los llevó a sentir que no eran suficientemente buenos? ¿Por qué no podían quererse, confiar en sí mismos y aceptarse?   Aparte de poder trabajar en todo aquello que les inquieta, creo fielmente que lo más importante es que puedan conseguir aceptarse como son. El problema es que la mayoría de las veces las personas no saben ni quiénes son. Han pensado tanto en cómo hacer felicesa los demás y tan poco en cómo complacerse a sí mismas.

Para que una persona se pueda aceptar tiene que conocerse y entenderse. Es decir, ponerse en contacto con sus creencias, deseos, experiencias de vida y mensajes que ha recibido a través del tiempo para poder desarrollar su propia identidad. Muchos pacientes me preguntan, ¿cuándo voy a estar mejor?

Casi siemprrespondo lo mismo: “en la medida en que puedas ser más coherente contigo mismo y con lo que realmente quieres en la vida, sentirás más paz”. Cuando esto se logra, los obstáculos de la vida se enfrentan con mucha más confianza.

Hacemos juicios todo el tiempo, pero ninguno es tan fuerte como el que hacemos con nosotros mismos. ¿Por qué uno piensa que los demás lo van a juzgar como uno mismo no juzga a nadie? ¿Por qué uno tiene esa idea de que tiene que actuar según lo que agrade a los demás para ser aprobado? La realidad es porque uno tiene en la mente al otro y no a uno mismo. Qué ironía, ¿no? La propia mente de una persona actúa según lo que pueden decir otras mentes, pero no según lo que dice la propia.  Así, uno anula todo aquello que pueda salir de uno mismo tratando de cambiarlo para poder que encaje o se adapte a los requerimientos de otras personas. Lo que sucede es que uno se hace invisible, aun teniendo todas las ganas de poder ser visible, y como consecuencia uno sufre mucho porque nadie lo ve comoes realmente.

 

Somos valiosos

Hay quienes necesitarían mucha reflexión para poder entender cómo la visión que tienen de sí mismos ha afectado gran cantidad de decisiones que han tomado durante su vida. Una imagen negativa de uno mismo puede resultar en la elección de una pareja incorrecta, un matrimonio que solo trae frustraciones, una carrera que nunca despega, aspiraciones que siempre son autosaboteadas, incapacidad para disfrutar de los propios éxitos, hábitos de ingesta alimentaria y de vida destructivos, ansiedad crónica o depresión, entre otras.  Por eso hay tantas personas reprimidas que eliminan sus deseos para poder ser queridas y aceptadas, y así poder recibir eso que tanto anhelan que ellas mismas no se han podido dar.

Para poder aprobarnos necesitamos sentir que somos suficientes y que podemos cumplir de manera adecuada con los requerimientos de la vida. Necesitamos confiar en nuestra mente y en que somos valiosos; recuperar nuestra intuición.  El mundo se convierte en un lugar muy temido para quienes no confían en su intuición. Y así como tener un sistema inmune saludable no garantiza que uno nunca se va a enfermar, pero sí que el cuerpo va a pelear mejor contra las enfermedades, así mismo confiar en uno mismo no garantiza que no vamos a sufrir y que no tendremos miedos, rabias, tristezas, pero sí nos dará más fuerza, resistencia y capacidad para evolucionar y crecer en medio de la adversidad.

 

MENTE Y CUERPO EN ARMONÍA

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texto. María Teresa Alemán/ psicóloga especialista en desórdenes alimenticios y obesidad

Marzo 9, 2016

Nuestros pensamientos y emociones producen reacciones químicas en el cuerpo.

 

 

Las personas viven gran parte del día en piloto automático, modo en el cual la mente se encuentra alejada del momento actual. Cuando eso sucede olvidan sentirse conectadas con su cuerpo y con su ser, ya que miran más hacia afuera que hacia adentro. Incluso, hay quienes tienen la sensación de que no viven dentro de su cuerpo. Este fenómeno lo explicó  René Descartes cuando argumentó que la mente y el cuerpo no tenían conexión alguna, con lo cual posicionó al cuerpo como una máquina en sí, separada de la mente. Y así, la medicina occidental se desarrolló con base en esta idea. 

 

Lo cierto es que cada pensamiento y emoción producen una reacción química en el cuerpo. Puede no sorprenderles que se sonrojen cuando tienen vergüenza, o que las manos les tiemblen o suden cuando están nerviosos, pero les parece difícil de entender que emociones como la tristeza, alegría, soledad, rabia y miedo, entre otras, tengan el poder de influir en el comportamiento de nuestras células. Lo cierto es que todos los pensamientos y emociones que tenemos se convierten en reacciones químicas que alteran la composición química y el comportamiento de las células. Los estados emocionales y psicológicos influyen sobre los sistemas inmune, neural, endocrino, digestivo y circulatorio. 

 

¿Cómo los pensamientos y emociones nos pueden afectar químicamente? Los neuropéptidos son pequeñas moléculas que se originan en las transiciones sinápticas cerebrales y cargan información de la mente al cuerpo y del cuerpo a la mente. Las células están rodeadas por miles de células receptoras; cada célula receptora tiene un patrón específico que atrae neuropéptidos específicos. De esta manera, los neuropéptidos transmiten información a través de la célula receptora a la célula y así influyen en el comportamiento de la misma. 

 

Por ejemplo, el miedo se puede describir como una emoción abstracta o como una molécula tangible de la hormona adrenalina. Esta molécula de adrenalina es atraída por células receptoras que encajen con la molécula de adrenalina para así poder transmitir el mensaje a la célula principal, la cual consecuentemente reacciona   basada en esa información. Como decía Debbie Shapiro: “Sin el sentimiento no hay hormonas y sin la hormona no hay sentimiento”.

 

Cuando comprendamos cómo el cuerpo es afectado químicamente por una emoción, se podrá entender la energía que tienen nuestros pensamientos y sentimientos. Para poder descargar esa energía, uno necesita poder conectarse con su ser, comprender lo que le ocurre y expresarlo.

 

 

 

 Si hay algo en nuestro ser que nos duele y es ignorado, será reprimido y manifestado como un daño en otra parte de nosotros mismos.  La energía detrás de lo que uno siente y piensa no desaparece si es reprimida. Al contrario, se manifiesta físicamente en el cuerpo, ya que esa energía se volvió parte de nuestro ser. Imagina que la pasta de dientes quiere salir, pero la tapa está cerrada, así que la pasta encuentra otra manera de hacerlo; probablemente, por el lado más débil. Así mismo, los pensamientos y sentimientos encuentran un escape, ya sea por el sistema digestivo, el sistema inmune, en los patrones de sueño o en depresión, ansiedad, adicciones, etc. 

 

Las emociones y los pensamientos no son buenos ni malos.  Los seres humanos tenemos cuatro emociones básicas y las sentimos constantemente: miedo, rabia, tristeza y alegría, así como también tenemos muchos pensamientos durante el día. Lo importante es cómo respondemos ante ellos. Hay quienes se obstaculizan ante estos, permitiendo que todas las áreas de sus vidas se vean afectadas y hay otros que reconocen las emociones que están teniendo y deciden actuar sobre ellas.

 

Se han hecho estudios sobre por qué ciertas personas sufren mucho ante situaciones que son frustrantes y otras no, y se ha determinado que las personas que pueden gestionar adecuadamente la frustración tienen tres características de personalidad importantes. La primera es compromiso personal con uno mismo, ya sea con lo que uno hace, con el trabajo, con la familia, etc. En fin, con lo que uno considera valioso. Otro rasgo es ser activo ante la frustración en vez de pasivo. Esto significa saber que uno puede cambiar el impacto que tiene en una determinada situación por cómo uno visualiza el propósito del acontecimiento y reacciona ante él. Las personas que son proactivas ante las situaciones utilizan herramientas para cambiar la manera que ven un problema o para tratar de resolverlo directamente. Por último, pero no menos importante, la capacidad de retarse a sí mismas. Quienes se retan tienen la perspectiva de que es normal que la vida cambie y que el cambio estimula el crecimiento personal. 

 

No se puede determinar el resultado de cada circunstancia, pero sí determinar cómo vamos a reaccionar ante ellas.  Si se permite una desconexión de nuestro ser ante cada emoción y pensamiento ignorado, nuestro cuerpo sufrirá. Al permitirnos conexión, estaremos en contacto con nuestras emociones y pensamientos, por lo que nos comprenderemos mejor y nos aceptaremos más. Cuando nos aceptamos, nos queremos y aceptamos la vida con sus situaciones, lo cual promueve una mayor resiliencia. “No se puede dirigir el viento, pero se pueden ajustar las velas”.

 

Parece difícil entender que emociones como la tristeza, alegría,  rabia, y miedo  tienen el poder de influir en el comportamiento de nuestras células.

 

EL PESO DE LAS PALABRAS

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texto.  María Teresa Alemán/psicóloga especialista en trastornos alimenticios y obesidad

Marzo 31, 2017

Debemos evitar las frases, conductas o ejemplos que afecten negativamente la autoimagen de nuestros hijos.

 

Estas son algunas de las expresiones que a menudo escucho en mi consulta que los padres les transmiten a sus hijos e hijas.

Si queremos criar niños seguros, que confíen en sí mismos, que se quieran y se cuiden, el enfoque definitivamente no debe ser el físico.

Debemos potenciar todos sus atributos, porque solo personas que se sientan valiosas tendrán la motivación para cuidar de sí mismas.

1. “Él es el agarradito”. Al etiquetar a un hijo por su físico, este puede tender a menospreciar sus atributos y a restarle importancia a sus características de personalidad y aptitudes, ya que entiende que dentro de su ambiente lo importante es cómo se ve.

2. “Si pierdes peso, te compro lo que quieras”. Uno no debe chantajear a sus hijos, además de que el hijo chantajeado puede entender que solo obtendrá lo que quiere y que todo le irá bien si pierde peso.

3. “Mira a tus hermanas/primas/amigas lo delgadas que están o cómo cuidan su cuerpo”. Con estas comparaciones, la persona comparada internaliza sentimientos de inferioridad, ya que entiende que no es suficientemente buena como aquellas personas, y que para serlo tiene que ser delgada.

4. “Nadie se va a fijar en ti si sigues comiendo así”. “Como sigas gorda, no vas a poder hacer nada bien”. Si los niños sienten que sus padres no creen en ellos por las predicciones negativas que hacen sobre su futuro, seguramente su actitud hacia la vida será pobre y poco decidida.

5. “Miren lo flaca y bella que está...”. Un hijo puede entender mediante estos comentarios que la única manera de sobresalir en su ambiente es por ser delgado, lo cual puede crear obsesiones con el cuerpo en el futuro. Además, sobreentiende que la única manera de ser considerado “bello” ante los ojos de sus personas cercanas es si está delgado.

6. “No comas eso porque engorda”. Es importante educar a los niños en términos de salud y no en términos superficiales. Es decir, no educarlos para que obtengan éxito mediante la delgadez, sino para que obtengan éxito por medio de un cuerpo saludable. Un niño entiende mucho mejor que no debe comer cierto alimento porque le quita energías o porque no puede pensar claramente.

7. Los padres deben expresar amor y cuidado hacia su cuerpo. Si hablan mucho alrededor de los hijos sobre temas como “tengo que hacer dieta; estoy gorda”, o “qué grandes tengo los muslos”, “estoy espantosa; soy una vaca”, la niña naturalmente va a absorber esos mensajes negativos y más adelante estará muy consciente del tamaño de sus muslos o de someterse a dietas restrictivas.

8. “Deberías hacer ejercicio para no seguir engordando”. Los padres deben hacer hincapié en la importancia de la salud y no del físico. Si un padre se enfoca constantemente en el físico y le transmite a su hijo que su físico no es adecuado, el hijo puede adoptar sentimientos de desvalorización personal por entender que lo más importante para su familia es el físico y que no cumple con esos requerimientos, lo cual lo hace inferior dentro de su ambiente. Al sentirse inferior, le resta relevancia a todos sus aspectos personales, y es en ese momento cuando se crean vacíos internos y se empieza a utilizar la comida para llenarlos.

9. “Voy a comer pura ensalada para no engordar”. A través de este mensaje, le das el ejemplo a tus hijos de que lo importante es comer para la apariencia y no para la salud.

10. “Te vas a sentir mejor contigo mismo cuando pierdas peso”. ¿Le enseñas a tu hijo que su bienestar personal proviene del físico?
Si una persona aprende a buscar su bienestar personal en la apariencia, no importa si está delgado o en sobrepeso, jamás se sentirá tranquilo y a gusto consigo. Su identidad habrá quedado reducida a las dimensiones del cuerpo.

 

 

¿CÓMO ME VEO? 

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texto. Maria Teresa Alemán, psicóloga especialista en desórdenes alimenticios y obesidad.

Junio 3, 2016

¿Cómo hemos llegado a rendir tal culto al cuerpo? 

 

Los medios influyen en la imagen que tenemos de nosotros mismos. Muchas personas se valoran y definen según su imagen física. Han hecho una asociación entre su identidad y las dimensiones de su cuerpo.

¿Cómo hemos llegado a rendir tal culto al cuerpo? Las niñas aprenden desde temprana edad que lo más importante es cómo se ven, que su valor como mujer depende de eso, mientras los hombres reciben el mensaje de que en la mujer importa más su apariencia.

Si bien no ha sido la internetcreadora del problema, tampoco parece estar ayudando. Han aumentado los sitios webquefomentan los desórdenes alimenticios. Los sitioscomúnmente conocidos como “Pro-Ana” (proanorexia), “Pro-Mía” (probulimia) y “Pro-ED” (pro trastorno alimentario), son plataformas en línea queidolatran imágenes de cuerpos extremadamente delgados y alientan a sus miembros a sacrificar alimentos para sentirse y verse atractivos.

Hay muchísimos videos en Youtube de personas preguntando ¿soy fea? En Instagram, por ejemplo, hay etiquetas que promueven que el éxito, la felicidad y la seguridad dependen del cuerpo, por ejemplo:  #bikinibridge #proana #promia #thinspiration #thighgap #delgada #cuerpodeverano #bikinibody, etc.

Con las redes sociales hay una presión para estar conectados todo el día. No hay privacidad, pero sí muchas presiones sociales. Los niños y adultos aprenden a valorarse porla cantidad de likes y comentarios que reciben.

Las personas que dedican mucha energía mental a su apariencia hacen menos actividad física, comen menos frutas y vegetales, tienen baja autoestima, son más influenciables, más susceptibles a padecer de depresión ya abusar de las drogas.

En Panamá no se conoce mucho de los desórdenes alimenticios porque son como enfermedades de clóset. No existen estadísticas. México cuenta con más de un millón de casos de trastornos de conducta alimentaria; Colombia con más de 800 mil, Venezuela con 500 mil y Argentina con 600 mil.

Entonces, ¿qué podemos hacer para que los niños/as crezcan más confiados? Debemos educarlos para que puedan desarrollar estrategias frente a las presiones en torno a la imagen corporal.

También hay que hablar sobre la influencia de los gruposy las redes sociales. Es importante conversar del acoso y de la importancia de respetarse y cuidarse. Tenemos que ser ejemplo en casa; debemos empezar a juzgarnos y a juzgar a otros por lo que hacen, no por cómo se ven.

 

 

‘NO TIENES QUE LIMPIAR EL PLATO’

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texto. María Teresa Alemán/psicóloga especialista en desórdenes alimenticios

Octubre 23, 2015

 

 

Enseña a tus hijos a escuchar los mensajes de apetito y saciedad que su cuerpo le envía.

Nacemos con un apetito instintivo. Debido a influencias externas lo vamos perdiendo. Los niños empiezan a perderlo alrededor de los cinco años; a esa edad entienden que gracias a la comida pueden complacer a sus padres, evitar un castigo o ganarse un juguete. Aprenden a comer por las razones equivocadas. Siguen las señales de afuera y dejan de atender las señales internas que les llegan cuando sienten hambre o saciedad.

 

A principios del siglo XX, la pediatra estadounidense Clara Davis, ante la preocupación de las madres porque sus hijos de entre 10 y 12 meses no querían comer, se empezó a preguntar si estos niños tenían un problema o solo estaban comiendo de acuerdo con sus necesidades. Hizo un estudio en el que les dio a los niños la opción de escoger lo que querían comer. Al final, todos cubrieron sus necesidades nutricionales. Algunos solo escogían leche unos días o vegetales otros, pero al final tuvieron una dieta balanceada. Incluso, un niño que tenía raquitismo escogió hígado de bacalao hasta que se le curó el raquitismo. Por lo queDavis concluyó que es importante dejar que los niños escojan lo que quieren comer, ya que siguen su instinto.

Con frecuencia los padres dicen “termina de comer y puedes jugar”; “termina o no puedes pararte de la mesa”; con lo cual los niños entienden que si hacen caso a su apetito, serán castigados. Se les enseña que su cuerpo no es una fuente confiable de información y que alguien más sabe mejor cuánto y cómo deben comer.
Es importante, como padres, motivarlos para que sepan escuchar su cuerpo, no para que limpien el plato. De lo contrario, pueden convertirse en personas que comen mucho más de lo que necesitan, que se sienten mal con sus cuerpos y se preguntan por qué se les hace tan difícil parar de comer.

‘No quiero’

Cuando se presiona a un hijo para que coma o cuando el ambiente es tenso alrededor de la comida, es común que el niño reaccione oponiéndose a alimentarse. Los niños se definen en gran medida oponiéndose a las figuras de autoridad. Un “no me gusta esta comida” o “esto sabe mal”, debe ser tomado por los adultos con aceptación y tranquilidad. Es importante queaprendan a no forzar a los niños a comer determinados alimentos y que les permitan ir a su propio ritmo.

 

Presionar a un hijo para que coma solo causa ansiedad en ambas partes. La ansiedad genera resistencia en el niño y la resistencia causa preocupación en él y en los padres. Después de muchos momentos de tensión alrededor de la comida, los niños comienzan a estresarse y preocuparse cuando ven un plato de comida por las negociaciones que tendrán que hacer con sus padres si no quieren comerlo todo o por cuánto tendrán que comer para que los refuercen o no los castiguen.
Están tan preocupados por las consecuencias,  que la ansiedad les termina suprimiendo el apetito. Por ello es importante que los padres se pregunten ¿cómo es el ambiente alrededor de la comida? Crear un ambiente en el que el niño esté bien con la comida es lo más importante para mejorar su relación con esta.

Si hasta ahora has forzado a tus hijos a comer, es importante que hagas cambios; por ejemplo, puedes comenzar diciendo “de ahora en adelante en esta familia nadie tiene que comer lo que no quiere”, y así puedes ir disminuyendola ansiedad y la resistencia cuando ven el plato, para que puedan escuchar más a su cuerpo. De esta manera propiciarás un ambiente de paz en el que el niño se sienta seguro con sus decisiones.

Durante este escrito me he referido a los niños que tienen dificultades con la comida y a los picky eater o “comedores selectivos” ; sin embargo, es muy distinto el caso de los pequeños que padecen anorexia infantil. Esta es una condición en la que intervienen diversos factores: dificultades con los vínculos primarios, dificultad en la transición a comer autónomamente o rechazo a los alimentos como resultado de alguna experiencia traumática, tal como lo explica Irene Chatoor, especialista en desórdenes alimenticios en infantes. Para los casos de anorexia infantil es importante que intervenga un equipo profesional que pueda hacer una intervención adecuada para cada caso.

En fin, es importante evaluar qué estamos transmitiendo a los hijos en cuanto a la relación entre el cuerpo y los alimentos. Podemos enseñarles a cuidar, apreciar y querer su cuerpo para que se sientan cómodos en él.

Es esencial que entiendan que su cuerpo es su casa,  el que les permite realizar las actividades diarias, por eso deben aprender a darle lo que necesita y así lo podrán tratar desde la compasión y no desde el castigo, y lograrán desarrollar una sana relación entre su cuerpo y lo que comen.

 

 

CONCIENCIA PLENA A LA HORA DE COMER

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texto. María Teresa Alemán / psicóloga especialista en trastornos alimenticios y obesidad

Abril 28, 2017

Al comer de esta manera, uno despierta su intuición. Es decir, la propia sabiduría interna.

 

 

 

 

Hay un pensamiento que tienen muchas personas y es el de “todo o nada”. Es decir, o viven en restricción alimentaria o se comen el mundo. No hay un entremedio. Esto proviene de una clara desconexión con uno mismo. Por eso me interesa tanto que las personas aprendan a comer con conciencia plena. Esto significa comer con atención a los sabores y a la comida que uno está ingiriendo, y alimentarse con la intención de utilizar la comida para disfrutarla y nutrirse.

En un principio

Uno viene al mundo sabiendo cómo comer intuitivamente. Los bebés lloran cuando tienen hambre y no paran hasta que se sientan saciados. Cuando están físicamente llenos, escupen cualquier comida que uno le obligue a comer. A lo largo del camino, la mayoría desaprende esa alimentación intuitiva.

¿Cuándo fue la última vez que sirvieron en un plato lo que iban a “picar” para disfrutarlo, en vez de sacarlo de la despensa y comerlo parado, para después seguir comiendo otras cosas? ¿O la última vez que saborearon cada trozo de un chocolate sin morderlo enseguida y acabarlo entero en un minuto? ¿Y la última vez que comieron un pedazo de dulce o “comida prohibida” sin culpa?

La idea de que uno puede confiar en su cuerpo para que lo guíe al hacer elecciones de comida es totalmente extraña. Cuando uno desarrolla la práctica de comer intuitivamente, uno puede apartar los mensajes externos que dictan qué, cuánto y cómo debería comer, pues estos mensajes solo aumentan el deseo por el alimento restringido. Por ejemplo, cuando uno desea galletas, pero se abstiene por algún mensaje recibido de que no es bueno. Así que se come una manzana, queso, gelatina, etc., en un corto período de tiempo, hasta llegar a lo que inicialmente deseaba, que son las galletas.

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Si se ha tenido el hábito de pensar en “comidas prohibidas”, permitirse escoger cualquier alimento que desee puede ser aterrador. Al principio de practicar el comer con intuición es posible que el mismo cuerpo se incline hacia este tipo de comidas. Pero cuando uno escucha de cerca lo que su cuerpo lepide, podrá darse cuenta de que las ansias por determinado alimento disminuirán al permitirse comerlo. Con el paso del tiempo las estructuras mentales cambiarán y las ganas por alimentos prohibidos disminuirán. También perderá el interés por comer sin hambre.

Al comer con conciencia plena uno experimenta con la comida, ya que no hay etiquetas “prohibidas” o “permitidas”. Uno puede aprender qué comidas le satisfacen, le dan calidez y lo nutren, y cuáles le causan incomodidad. Así cada quien va internalizando cómo se siente después de comer distintos alimentos, en distintas cantidades. Si uno come más allá del punto en el que se sienta saciado, lo importante es ser amable con uno mismo, ya que al iniciar esta práctica se está en un período de ensayo y error. Al saber cómo uno desea sentirse cuando termina de comer, y al recordar las experiencias pasadas de comer distintos alimentos en distintas cantidades, uno desarrolla la habilidad de elegir comidas más balanceadas con mayor facilidad. Si uno cobra conciencia de la incomodidad del momento,  tiene un mejor chance de recordar las sensaciones corporales y emociones que no quiererepetir.

Beneficios de comer con intuición

Al aprender a comer de esta forma, uno se convierte en una persona intuitiva en todos los aspectos de su vida. Cuando uno se toma el tiempo de escuchar su cuerpo puede aprender también otras necesidades que no están relacionadas con comida en lo absoluto. Todas las personas experimentan hambre de otras cosas que no son comida. Al estar conscientes, pueden hacer un examen mental de si lo que realmente se desea es alimento u otra cosa. Cuando uno se da cuenta de que quiere comer sin hambre física, puede hacerse las siguientes preguntas: ¿Es comida lo que quiero u otra cosa? ¿Qué estoy sintiendo? ¿Aburrimiento, estrés, ansiedad, soledad, miedo? ¿Necesito creatividad, compañía, movimiento, tiempo para respirar profundo, conexión espiritual, descansar? ¿Qué obstáculos están bloqueando mi habilidad de satisfacer mis necesidades? ¿Comer va a satisfacer lo que necesito?

 

Al confiar en lo mas básico y primitivo, uno puede empezar a escucharse en un nivel más profundo. La propia intuición le permite a cada quien conocer la realidad sobre quiénes son, cuál es su propósito y cómo se siente en las distintas relaciones. En vez de estar preocupados por lo que los demás piensan que debe hacer, uno permanece conectado con lo que sabe que es correcto para sí. No importa lo difícil que sea el camino. La sabiduría interna lo libera a uno de la ambivalencia.

Lo más importante es que uno aprende a estar en sintonía con lo que necesita y con lo que se puede adaptar a su estilo de vida. Un obstáculo que aleja a las personas de confiar en su intuición es el pensamiento de que hay otra persona responsable de decidir lo que necesitan y que hay otro experto sobre su cuerpo.

Cuando se adopta un enfoque de intuición, las decisiones sobre qué, cuándo y cuánto se come, cuánto moverse y cuándo descansar se convierten en decisiones propias. No hay reglas. Cada quien decide lo que necesita. Y poco a poco uno se va sintiendo capaz de confiar en su habilidad para decidir lo que necesita.

Así uno entiende que cada persona es un mundo y que a todas las personas les funciona algo distinto. Cuidar de la salud nunca va a ser lo mismo para todos. Si uno tiene una relación complicada con la comida, hacer lo mejor tal vez sea permitirse saborear todos los días una porción de algo que usualmente se siente culpable por comer. También puede haber personas a quienes les encantaba comer dulces todos los días, peroal comer con intuición se dan de cuenta de que con un dulce al día pueden saborearlo y disfrutarlo, y se sienten bien. Por el contrario, puede haberalguien a quien le encanta comer saludable y a quien no le da placer disfrutar unos cuantos dulces a la semana. La ganancia en salud para esa persona tiene otro significado. Otro ejemplo: hacer ejercicios puede ser algo totalmente diferente para alguien que trabaja que para alguien que no, por el tiempo disponible. Cada quien se adapta a sus circunstancias, sintonizándose consigo y su alrededor.

En fin, si toda la vida uno ha aprendido a gestionar emociones con comida y a estar en piloto automático en la vida cotidiana, puede sonar casi imposible hacer este cambio, pero mientras máslo practique, mayor conciencia irá creando y más herramientas desarrollará para una relación sana y equilibrada con la comida, consigo mismo y con las situaciones.