¿Sabías que lo que piensas de la comida impacta en cómo la procesas? Sí, así mismo como te lo estoy diciendo. 

Eso NO significa que ahora por eso, vas a comer todo el tiempo chocolates porque si piensas que son nutritivos, tu cuerpo los va a asimilar como algo nutritivo pero también significa que puedes comer todas esas cosas que asocias como NO saludables o “prohibidas” en balance y no pasa absolutamente NADA. Antes que nada, el balance es la clave en este día. El control excesivo lleva al descontrol.

Pero bueno, en la línea de lo que quiero compartirles hoy, es asombroso cómo cada persona puede ver una comida y pensar algo totalmente distinto y  metabolisarla completamente diferente por los pensamientos y emociones que uno tuvo acerca de determinado alimento. Es decir, lo que piensas de la comida impacta completamente en cómo la procesas o digieres.

Digamos que vas a comer una pizza con tu familia. Tu primera actitud podría ser, “yo no voy a comer eso porque eso engorda” entonces te comes un simple yogurt por ejemplo,  pero obvio te quedas con ganas de más comida. Puede ser ese día o puede ser otro pero después de tanta restricción, la bola revienta y te vas al descontrol. 

La segunda opción sería aprender a comerte una pizza, disfrutarla en familia y verla como un simple alimento. Comer la pizza hasta que quedes saciada/o y no hasta explotarte. AHORA, si piensas que la pizza es prohibida, que está llena de grasa y que tu cuerpo va a cambiar por comer esa simple pizza o que vas a botar todo el esfuerzo de la semana, probablemente no la vas a digerir bien. 

Y a continuación, te cuento ¿por qué?

Cuando vez una pizza (por ejemplo), tu cerebro la procesa (su información) en la corteza cerebral (su forma, color, nombre, etc) y esa información, se transmite en forma de señales químicas a tu sistema límbico. El sistema límbico es el área en tu cerebro que  regula las emociones, y funciones fisiológicas como hambre, deseo sexual, sed, temperatura, ritmo cardiaco y presión en la sangre. En el sistema límbico, está el hipotálamo que es la parte que  integra las actividades d la mente con la biología del cuerpo.En otras palabras; agarra las emociones, pensamientos e información sensorial y las traduce  en respuestas fisiológicas. Osea que lo que hayas pensado y sentido acerca de esa comida, se traduce en señales químicas a tu cuerpo. Por ejemplo,  si pensaste, “esto es malísimo para mi cuerpo”, tu cerebro no sabe distinguir entre una amenaza real y una imaginada y por lo tanto, jura que están ante una amenaza y segrega cortisol, adrenalina, etc. Cuando tu cerebro está bajo amenaza, se enlentece la actividad metabólica; la digestión es lenta y tu cuerpo termina guardando las calorías como grasa en vez de quemarlas como energía.  Es por esto, que la culpa o tu estado mental, afecta cómo digieres los alimentos. 

Por el contrario, cuando disfrutas la comida que comes, el hipotálamo segrega señales de placer que estimulan los órganos digestivos activándolos para romper la comida y quemar las calorías de la comida para utilizarlas para hacer las distintas funciones del cuerpo.

En fin, es importante comer balanceadamente sin categorizar las comidas como “buenas o malas”. Todo es comida y la intención de comer debe ser para nutrirnos y obtener placer o simplemente para obtener placer. Procurando el 80% del tiempo, comer comidas que nos nutran y darnos un 20% del tiempo ese espacio para comer comidas que no nos nutren pero que disfrutamos y son parte de nuestra vida.

Espero que te haya gustado este escrito,

Abrazos,

María Teresa

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