Debido a los tiempos que estamos viviendo, muchas personas estamos en cuarentena. Es probable que por el estrés que todos estamos viviendo, o algunas personas por sentirse aburridas, tiendan a pensar mucho más en comida.

Es común que las personas utilicen la comida una anestesia emocional o como una distracción temporal. ¿Por qué uno acude a la comida para calmar sus emociones? Al comer comidas que son placenteras para uno, se segrega automáticamente en nuestro cerebro, dopamina. Esta es la hormona que nos hace sentir placer. Y es como si por unos segundos, mientras uno estuvo comiendo, las preocupaciones o dolores desaparecieran. El tema es que solo “desaparecen” MIENTRAS uno come. Sin embargo, apenas uno termina de comer, se vuelve a sentir exactamente igual como se sentía al principio ya sea frustrado/a , estresado/a, triste o aburrido/a por ejemplo. Y ahora uno no solo tiene esa emoción primaria sino ahora también hay una emoción secundaria (culpa o frustración por haber comido cuando uno no quería realmente o no lo necesitaba) por ejemplo. Y es por esto, que uno sin darse cuenta come y come y come y se puede pasar el día comiendo porque solo los pequeños momentos que uno come, se pone todo en “pausa” pero apenas se acaba la comida, uno se vuelve a sentir igual que al principio o peor porque como mencioné, ya no solo hay una emoción primaria sino también una secundaria. Entonces, la realidad es que si el cuerpo a uno no le pide comida, no es comida lo que uno necesita.

Entonces, como realmente no es comida lo que uno necesita, pero uno sigue buscando en la comida la respuesta porque logra “detener la mente” en el momento que uno come, uno entra en el ciclo repetitivo de comer todo el día. Buscando la respuesta en algo que es muy a corto plazo y que cada vez uno va a necesitar más porque cada vez la emoción se hace más intensa. Además, en todos estos momentos que uno está comiendo para poner “en pausa” su vida, no está comiendo con el fin de disfrutar la comida sino con el fin de desconexión y como uno está comiendo con ese propósito, uno come en piloto automático. Es decir, sin realmente saborear la comida, o prestar atención a lo que uno está comiendo o uno no come con el fin de sentirse mejor después de haber comido que al inicio de cuando uno empezó a comer solo con el fin de sentirse mejor momentáneamente. Como se dice en buen Panameño, uno está más que nada “embutiéndose” comida para poder estar en pausa. ¿Pero cuánta comida uno necesita para sentirse mejor? realmente nunca va a ser suficiente. Uno va a necesitar más y más porque uno está buscando la respuesta donde no está la solución y por eso uno da vueltas en círculo.

Por otra parte, están las situaciones en las que uno utiliza la comida porque está aburrido/a pero al final es lo mismo que utilizar la comida para escapar de las emociones porque la comida solo distraerá mientras uno esté comiendo y por lo tanto, uno va a necesitar comida constantemente para estar frecuentemente distraído.

Ante estas situaciones explicadas anteriormente, ¿Cómo uno puede hacer para no utilizar la comida como calmante o como distracción temporal? Si surge el pensamiento a la mente de “Quiero comer” ,

A continuación, les dejo una serie de pasos con preguntas y acciones que uno puede llevar a cabo:

1) Detenerme (Parar el impulso entre “Quiero comer” y “Comer”) Hacer una pausa.

2) Preguntarme ¿Tengo hambre? Si la respuesta es NO, entonces no es comida lo que necesito. (A menos que quiera comer algo solamente por placer y que me sienta calmado/a y que no estoy utilizando la comida para desconectarme)

3) ¿Qué siento? (Ponerle un nombre: Estrés, Aburrimiento, Tristeza, Miedo) (¿Por qué me siento así?)

4) ¿Qué necesito? (hablar con alguien, darme auto cuidado, recibir placer de algo, calmarme -tengo muchos pensamientos que me están haciendo sentir mal- exteriorizar mis pensamientos, etc)

Cuando uno hace esos tres pasos y cubre sus necesidades, el deseo por comer y el pensamiento constante sobre la comida, disminuye en gran medida.

Espero que este escrito te haya servido,

Con cariño,

María Teresa

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